Elogio de la improvisación

agosto 25, 2008

La siguiente entrevista a Sur Oculto fue escrita como apoyo de una memorable producción fotográfica, a cargo de José Hernández y Sebastián Salguero, para Espectáculos de La Voz del Interior. Salió en junio de 2008.

El encuentro tiene lugar en una sala de ensayo de la Recta Martinoli. Es la tarde de un viernes en el que un viento discontinuo, aunque feroz, pone a planear algunos folletos y mueve las copas de los árboles, haciéndolas formar figuras torcidas por unos segundos. Puertas adentro, los integrantes de Sur Oculto proponen un ensayo breve y categórico.

De a ratos suenan con una furia incontenible, como si fueran la banda sonora del fin del mundo, para que luego el teclado desprenda una armonía apacible, que el bajo y la batería acompañarán con igual ductilidad. Después sucede lo mismo, pero en dirección contraria: al pasaje suave se le une otro violento, sin un preludio que opere como advertencia. Todo en la misma canción.

«Los temas salen mayormente de la improvisación, uno se pone a zapar y el resto se acopla. Musicalmente no hay un líder. Quizás alguno tiene una idea preconcebida, y en base a eso se comienza a trabajar», explica el trío, conformado por Sebastián Teves (30) en el bajo, Fabricio Morás (29) en los teclados y Pablo González (21) en la batería. «Pero hay una búsqueda, no tocamos cualquier cosa que sale», advierten y terminan de explicar su forma de componer en términos gráficos: «Cuando vemos espacios vacíos, los llenamos con bloques de música. Lo nuestro es como una conversación».

Eso último se advierte al verlos ensayar, parecen entablar un diálogo utilizando los instrumentos como vía de comunicación. Aunque se revelan virtuosos al momento de interpretar sus composiciones, ninguno de los tres cuenta con una formación académica, no al menos en el sentido estricto. «Yo estudié en La Colmena, pero he sido un desastre como alumno», se sincera Sebastián. «Lo de la formación autodidacta no implica que no sepamos leer música, sino que hemos investigado por nuestra cuenta», aporta Fabricio.

Clasificar en estándares musicales lo que hace Sur Oculto es una tarea que excede al oyente promedio, y que incluso puede poner en aprietos a un entendido en la materia. Lo de ellos es una fusión que recorre varios géneros sin vincularse por completo a uno en particular. A la hora de describir su trabajo, lejos de mostrar un ánimo reduccionista, ellos lo definen como rock instrumental. «Tenemos algo de jazz, algo de heavy, pero todo se basa en el rock», explican. «Puede ser fusión en el buen sentido de la palabra, porque es una mezcla».

Esa mixtura de sonidos los hizo tocar en los más variados escenarios, desde festivales de jazz hasta presentaciones junto a bandas metaleras. Cada uno de ellos tiene proyectos musicales paralelos y dicen llevarse muy bien con otras bandas del circuito local, como los hip hoperos de Locotes. Con eso dejan en evidencia que no les gusta encasillarse ni tampoco les interesa una audiencia especializada. Nada de público selecto.

Un ente aparte
Sur Oculto lleva 10 años de vida. Comenzó allá por finales de los 90 con un estilo diferente, y en aquel entonces ninguno de sus miembros imaginaba que mutaría en lo que es hoy. La presente formación tiene dos años, cuando su actual baterista reemplazó a Pablo Dalmasso.

Adscribiendo a eso de que el todo es más que las suma de sus partes, Teves declara que «Sur Oculto es un ente aparte» y que ellos tienen la suerte de poder captarlo. Esta idea de un Patricio Rey con tonada cordobesa se confirma en las palabras de Pablo González, cuando recuerda la primera vez que se presentó con la banda: «Sentí que hacía años que tocaba con ellos. Percibía que era algo que ya estaba, ese ente que menciona Seba, una entidad que te transporta por climas y sensaciones, una experiencia increíble».

El último disco del trío, Estados, data del 2006. Lo presentaron en 990, el local del Abasto, ante cerca de 500 personas, una convocatoria más que aceptable cuando se trata de artistas cordobeses. Sebastián no se anda con eufemismos y precisa que aquella noche el bar «se puso hasta el orto». «Y eso que somos de terror para la autogestión, para promocionar las fechas mandamos mails con dos días de anticipación», reconoce. No les queda más alternativa que justificar el buen momento de la banda apuntando que los comentarios de boca en boca funcionan bien. Aun así, pese a este supuesto éxito, exponen la crítica que realiza buena parte de los músicos locales: en Córdoba no hay gente que apueste, se necesitan productores, falta difusión, falta más apoyo del público.

«Hay gente que te llora una entrada a dos mangos, y después es la misma que paga gustosa 50 pesos para ver a un grupo de Buenos Aires. A vos te tiene que ir bien afuera para que te reconozcan», señalan los Sur Oculto. El comentario deriva hacia una pregunta remanida –aunque nunca desactualizada del todo– que hace que la charla, por primera vez en la tarde, se vuelva un poco amarga.

–¿Se puede vivir de la música en Córdoba?
–Se puede, pero no vivís de tocar en vivo. Vivís de dar clases –opina Fabián.
–¡Es imposible! –reclama Sebastián, parodiando a un personaje de Peter Capusotto y sus videos. La conversación vuelve a ser distendida.

–Una banda como la nuestra necesita de un circuito de lugares para poder vivir de esto –retoma el tecladista–. Nosotros hacemos música porque no tenemos otra opción, no sabemos hacer otra cosa. Es un destino. Quizá cuando uno es más joven tiene anhelos de fama…
–¡¡Miniiiitas!! –aporta nuevamente el émulo de Capusotto.
–…Pero uno crece y se da cuenta de que realmente lo hace por la música. Quizá suene idealista, pero no hay otra razón: lo hacemos por la música.

Afuera anochece y el viento continúa con su violencia inestable. Son ráfagas de aire que duran un momento y luego se calman. Parecen venir del sur.

Publicado originalmente en La Voz del Interior

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